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Daniel Giribaldi

Daniel Giribaldi

Daniel Giribaldi (Diógenes Jacinto Giribaldi) nació en Buenos Aires, en el barrio de Nueva Pompeya, el 30 de abril de 1930 y murió en la misma ciudad el 2 de noviembre de 1984. Vivió en estado de poesía. Cora Cané dijo que fue “el poeta, el amigo bohemio, bueno hasta la médula, alegre en su sonrisa y llena de melancolía su alma pura”, y Roberto Selles lo describió así: “Fue un metafísico que solía esconderse tras la aparente cachada lunfa. Me lo presentó Gobello una lejana noche en un boliche de la Avenida de Mayo, pero uno ya lo conocía a Giribaldi desde antes, desde aquella primera edición de sus Sonetos mugres, porque allí estaba el alma del poeta alado”.

Sin dejar jamás de ser poeta, Giribaldi fue periodista, redactor de manuales e incluso funcionario –con pistola al cinto del Servicio Penitenciario Nacional–. Su obra comenzó en 1958 con los relatos de Villa de Dios no se entrega. En 1959 siguieron los poemas de Agua reunida y la novela El desarme. Casi diez años más tarde publicó los versos lunfardos de Sonetos mugres y en 1974 7 milongas de un saque. Lo mejor de su obra rodó, sin embargo, en innumerables hojas sueltas que el amor de su viuda reunió póstumamente en volúmenes manuables y muy bellos.

La irrupción triunfal de Giribaldi en la poesía lunfardesca se produjo con los Sonetos mugres, que aparecieron avalados por quienes eran entonces presidente y secretario de la Academia Porteña del Lunfardo, José Barcia y José Gobello. En ellos, el alma del poeta alado, según la vio Selles, se expresó en su totalidad.

Se preguntaba Luis Ricardo Furlan: “Ante ese panorama quién hubiera imaginado que el joven autor de Agua reunida, decidor pulcro, melodioso y versolibrista, se convertiría en profundo analista de una realidad metafísica, volcada en la cadencia más formal, la del soneto”. No fue ésta, sin embargo, la única composición poética que cultivó este adorable juglar de la noche porteña; también se le deben décimas muy sonoras y otro tipo de estrofas, inclusive la, a veces anárquica, destinada a la música del tango.

Giribaldi dijo de sí mismo, al aceptar su designación como académico: “Mi accionar, casi siempre modesto, a veces ambicioso, con mi incorporación en la Academia Porteña del Lunfardo, dejará de ser unipersonal para pertenecer a todos. Y ésta sí es una ambición, a la vez que una vocación en mí perenne”. Fue elegido para ocupar el sillón «Dante A. Linyera» el 6 de noviembre de 1982. Alguien espiritualmente hermanado con él, Nicolás Olivari, se había contado entre los fundadores de la institución. Uno y otro, Olivari y Giribaldi, son lejanos descendientes de la musa de François Villon.