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José Barcia

José Barcia

Nació en Buenos Aires el 27 de febrero de 1911 y murió en la misma ciudad el 31 de diciembre de 1985. Fue un periodista enamorado de su profesión. “Si volviera a ser muchacho y tuviese que elegir el rumbo de la empresa de remontar el futuro, no titubearía un segundo en correr hacia las filas del periodismo”, confesó al cumplir los 40 años de labor en las redacciones. Por el periodismo, precisamente, había abandonado las aulas de la Escuela de Notariado de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, donde era un brillante alumno.

En 1931 se inició como cronista de deportes en el diario La Nación. Simultáneamente, comenzó a desempeñarse en Noticias Gráficas, donde fue sucesivamente cronista de turf, jefe de sección, prosecretario de redacción, secretario y, finalmente, director en 1957, cuando aquel vespertino se convirtió en cooperativa. Renunció a mediados de 1961 y continuó su carrera como editorialista de La Nación. Por otra parte, perteneció a las redacciones de los diarios Tribuna Libre y El Diario y de las revistas Tiempo Presente, Mundo Argentino, Mundo Deportivo y Bibliograma, y colaboró en Vea y Lea, Gaceta Literaria, Comentario, Davar, Sur y otras. No sin frecuencia se escucharon sus comentarios a través de la radiofonía y de la televisión.

Sus primeros volúmenes fueron Discepolín (1971) y El tiempo de milonguita (1972). A ellos siguieron El lunfardo de Buenos Aires (1973), Tangos, tangueros y tangocosas (1976) y un valioso Diccionario Hípico (1978).

El 21 de diciembre de 1962 José Barcia no firmó el acta fundacional de la Academia. La suscribió en la sesión constitutiva del 3 de mayo de 1963 en la que se le otorgó la categoría de Académico fundador y se lo eligió presidente asignándole el sillón «Last Reason».

Durante 18 años gobernó la Academia con entusiasmo y equidad. Creó con modestia un aura de respeto y admiración a su persona y a su saber y logró para la institución la personería jurídica, dirigió las gestiones destinadas a adquirir para la Academia una sede propia (el departamento ubicado sobre la calle Lavalle 1537, inaugurado el 1° de octubre de 1970) y contribuyó con su acción y su prestigio a consolidar a la institución.

El 1° de abril de 1981 presentó su renuncia con una bella y dolorida carta que la Academia conserva con respeto. Al ser aceptada, la Academia le expresó, por medio de su nuevo presidente, don Marcos Morínigo, y del secretario, don José Gobello: “Se ha dicho en la Academia con entera verdad que constituía usted una institución dentro de la institución. Mucho nos costará, por eso, acostumbrarnos a su ausencia y nada celebraríamos tanto como el hallazgo de una fórmula que, sin mengua del respeto debido a su irrevocable decisión, lo mantuviera vinculado a esta institución donde tanto se lo quiere y se lo respeta. La resolución del 6 de junio de 1992 convirtió póstumamente a José Barcia en Académico Emérito.

Luis Soler Cañas dijo con exactitud acerca de Barcia: “Sabe de muchos temas –el tango, el lunfardo, los boliches, los apodos, los rasgos del habitante de Buenos Aires, la política, la literatura, el lenguaje, los deportes–, sobre todo de uno que engloba a otros numerosos y que podríamos denominar ‘ciencia porteña’, en la que lleva ganado un honroso doctorado honoris causa”.