Nyda Cuniberti

Leonida Catalina Cuniberti nació en Burzaco provincia de Buenos Aires el 6 de mayo de 1916 y murió en Lomas de Zamora, ciudad de la misma provincia, el 20 de noviembre de 1997.

La autora de Embrocando el pasado (1975) cursó la carrera de magisterio y ejerció la docencia durante 25 años en escuelas y colegios bonaerenses. Simultáneamente cultivaba las letras y formaba el elenco teatral que los inolvidables artistas Milagros de la Vega y Carlos Perelli dirigían en la famosa peña del café Tortoni fundada por el gran pintor Benito Quinquela Martín. Contrajo matrimonio con el secretario de esa institución, Enrique Abal, que, al ingresar en el cuerpo diplomático, la llevó consigo a los Estados Unidos, donde residió durante 12 años.

Para entonces había publicado ya sus primeros libros de versos, Luna breve (1945), Senda cálida (1946) y Luna en el huerto (1949), a los quie seguirían Comarca azul (1959), Frontera (1973) y en En el camino y en el tiempo (1975).

Por entonces surge la poeta de estilo lunfardesco. César Tiempo, que la había escuchado decir con gracia y picardía sus sonetos lunfardos, la invitó a repetir la lectura en la Academia. Así lo hizo, con beneplácito unánime. Surgió entonces la idea de elegirla Académica de Número convirtiéndola en la primera dama ungida académica. Poco después publicó su primer libro de estilo lunfardesco, Embrocando el pasado (1975) con prólogo de José Gobello, e inmediatamente retomó su noble lirismo en Canciones para Santa Fe la vieja (1976). luego continuó alternando la poesía lunfardesca y la convencional y publicó Debute Buenos Aires (1977), Chau, arrabal (1981), Con berretín de zorzal (1988), Canciones sureras (1989) y Nueve sonetos para Toulouse Lautrec (1989). Nyda Cuniberti fue elegida Académica de Número y titular del sillón «Juan Francisco Palermo» el 3 de setiembre de 1977. El 21 de mayo de 1991 decidió pasar a la categoría de Académica Emérita. Entre muchos otros galardones, recibió la Medalla de Plata al poeta que otorga el Círculo de Poetas Lunfardos. César Tiempo celebró su irrupción en la poética lunfarda como cosa de milagro. La poeta llegaba como de las antípodas –del aula, de los Estados Unidos, de la diplomacia–, pero se afirmó airosamente en ella como si se hubiese formado en las noches bohemias de la calle Corrientes. Al evaluar su obra José Gobello escribió que “la primacía casi fundacional que damos a la poesía lunfardesca de Nyda Cuniberti se afirma en la calidad de la experiencia y el análisis del mapa porteño. Pero esta poeta de ninguna manera podrá ser registrada como una diletante de la filosofía planidera casi habitual en estos menesteres de la rima canera. Al contrario su estilo es naturalmente cordial, travieso y sensible, sin dejar de lado la nostalgia, y se muestra mediante un aire zumbón entre el humor y la sátira”.