Juan Bautista Devoto
Nació en Buenos Aires el 29 de julio de 1916 y murió en La Plata (provincia de Buenos Aires) el 9 de julio de 1991. Fue comediógrafo, poeta y ensayista. Sus piezas escénicas, compuestas en colaboración con Alberto Sábato, fueron Fuego en la nieve (1949), Luz en las sombras (1950), Peregrino del mundo (1950), La estatua de sal (1952), Los cínicos (1953), Estampa de un anochecer (1953), Tres damas de la noche (1956), Un responso para Lázaro (1958, premiada por el Ministerio de Educación y Justicia de la Nación) y Telón final (1961). Como ensayista, Devoto se distinguió especialmente en El teatro de Alejandro de Isusi y Antonio Buero Vallejo, un dramaturgo del moderno teatro español.
La poesía de Devoto, que abrió al lunfardo una vasta posibilidad estilística, al utilizarlo como instrumento de una moderna tropología, se manifestó en libro Barajas de la noche, de cuyos poemas dijo Camilo José Cela que “tienen sabor a tango y a malevaje. En ellos no se sabe qué admirar más: si su inconfundible aire porteño o su contribución al tesoro de la lengua”.
Periodista de laboriosidad impar, creó un género intermedio entre la nota profesional y el ensayo breve. Dejó, así, estampas de Ennrique García Velloso, Víctor Pérez Petit, José de Maturana, Ezequiel Soria y otras figuras de la escena rioplatense, de las que no pueden prescindir los estudiosos del teatro desarrollado en ambas orillas del estuario del Plata.
Fue Devoto lo que se dice un hombre de la cultura y entre otros cargos gubernamentales, debidos al gran prestigio de su talento y su probidad, ocupó la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación de la provincia de Buenos Aires.
Apenas fundada la Academia, el señor Devoto fue propuesto para Académico de Número (por José Gobello y León Benarós, el 26 de mayo de 1963). La nominación no fue posible porque el señor Devoto carecía de domicilio en la ciudad de Buenos Aires. Por esa razón, en marzo de 1964 fue elegido Académico Correspondiente en La Plata. Reformado ya el estatuto, el 8 de mayo de 1971 fue elegido académico numerario y titular del sillón «Roberto Arlt», que ocupó hasta el día de su muerte.
Devoto fue un amigo leal, un académico cordial, modesto y disciplinado que amó a la institución y se sintió orgulloso de pertenecer a ella. Su laboriosidad fructificó en gran número de comunicaciones, en las que se demostró no sólo buen conocedor del habla sino también del desarrollo de nuestra cultura popular. Todas ellas enriquecen el archivo académico.
